¿Qué entiendes por calma?
Para mi hasta hace unos años, la calma era la etapa que venía después de los exámenes parciales y finales en la universidad, de que pase algún tormento familiar, de resolver algún problema, de encontrar trabajo, de enfrentar alguna situación difícil, de que pasa la crecida del mar o después que me bajaba de la montaña rusa, etc.
En resumen, la calma es lo que viene después de la tempestad que se originaba por algún factor externo que rompía la aparente tranquilidad de la vida como la vivimos, ya sea en los estudios, con los amigos, en el trabajo, en la familia, en lo personal, etc.
Bajo ese entendimiento de calma, vivía aparentemente bien, aunque poco a poco empecé a darme cuanta que los momentos de calma cada vez eran menos, y que ya no obedecían al patrón inicial de que eran la continuación de una tempestad.
¿Qué pasaba?
Lo que pasaba era que llegué a un punto en el que, si no había tempestad, Yo mismo veía la forma de generarla como sea, inconscientemente.
¿Por qué?
Porque lo que debemos buscar es la calma interior, mientras eso no suceda, generaremos tempestad a diestra y siniestra.
¿Cómo lo descubrí?
Me cuestioné, y no porque me levanté un día iluminado a ya no vivir más en tempestad, sino que venía acumulando una serie de eventos de explosiones emocionales en mi vida que me habían ido dejando heridas internas, dolores que sentía que no eran míos, que no iban con mi esencia, que me hacían sentir mal, porque no les encontraba explicación y porque hacía sufrir a otras personas. Eventos que me encerraban cada vez más en un mundo en el que sufrir era necesario, sino sufría sentía que algo me faltaba, es decir, la calma me asustaba, me incomodaba.
Tremendo enredo ¿no?
El cuestionamiento empezó por mi pasión, el surf, ya que había sido mi refugio por muchos años contra esas tempestades y que hacía emanar de mi interior esa calma que todavía no llegaba a conocer por completo, a entender, sin embargo, esas pinceladas me fueron ayudando poco a poco, en un principio de manera inconsciente, pero todo cambió cuándo tomé conciencia.
En un momento determinado de mi vida, a mis 30 años aproximadamente, por una lesión en la parte baja de la espalda, recibí una terapia física de rehabilitación que me llevó a investigar más sobre como llevar un mantenimiento preventivo de mi cuerpo para evitar las lesiones y, sobre todo, para poder surfear lo más que pueda en la vida, y fue así como descubrí el yoga.
Desde ese momento hasta la fecha, el yoga se volvió parte de mi rutina de calentamiento previa a una sesión de surf, así como después de esta o en cualquier momento del día, independientemente si surfeaba o no, pues me di cuenta de dos grandes cambios positivos que se pueden capitalizar con el tiempo, practicándolo frecuentemente: corrección de las malas posturas que tenemos en nuestro día a día (incluso cuándo dormimos) y la conexión del cuerpo con la mente, al ir siendo cada vez más conscientes de nuestra respiración.

La verdad que ha sido uno de los grandes descubrimientos de mi vida, pues fue la primera herramienta que, sumada al surf, me introdujo en un proceso de toma de consciencia que ya no acaba nunca, generando los espacios necesarios para el autoconocimiento, el autocontrol y el progreso personal. Como todo proceso de cambio, toma tiempo y se requiere de mucha paciencia y perseverancia, los resultados se empiezan a disfrutar en el largo plazo.
Al practicar yoga, siempre terminaba mi rutina echado en mi mat, sólo respirando. Inhalaciones y exhalaciones profundas que hacían sentir mi cuerpo en su estado natural, libre de tensiones, o sintiéndolo e identificando donde todavía había alguna tensión por eliminar; así como la mente, que siempre anda a mil, fui descubriendo que es posible desacelerarla o dejarla en blanco, al principio no tenía claro que pasaba, pero me quedaba como colgado un rato, pensaba que me había dormido, y luego reaccionaba de golpe medio asustado.
Y fue así como descubrí la meditación. Unos años más tarde y profundizando en el mindfulness me di cuenta que esas experiencias que describo al final del párrafo anterior, fueran mis primeras meditaciones inconscientes, las cuales ahora las extiendo por 15 o 30 minutos, incluso no necesariamente haciendo yoga antes, pues depende de la situación del momento, habiendo llegado a un punto en el que si tengo cinco minutos libres los aprovecho para estirar un poco el cuerpo y meditar, o mientras remo en mi tabla; en realidad una vez que incorporas la meditación a tu vida puedes usarla en el momento que la necesites para calmarte.
Y volvemos al punto inicial, encontrar la calma. En todo este camino a la meditación, me di cuenta de que la calma externa va y viene, lo que debemos descubrir es nuestra calma interior, desenredar los nudos emocionales que por distintos motivos se han ido arraigando a nosotros y que han influido en la determinación de nuestras creencias, valores y actitudes, o sea, definen nuestro comportamiento y la forma como nos relacionamos con los demás.
“La felicidad está al alcance de la mano cuando aprendemos a respirar y sonreír, porque la felicidad siempre está en el momento presente. La práctica de la meditación es regresar al momento presente para apreciar una flor, el azul del cielo, un niño. La felicidad está a nuestro alcance.”
Cita del libro «La Paz Está en Cada Paso» de Thich Nhat Hanh
La meditación todavía no es considerada como importante por muchos, muy espiritual para su gusto, puede que haya estado en ese grupo inicialmente, pero ya habiéndola practicado con mucha más constancia durante la cuarentena, puedo asegurarles que es la mejor herramienta para encontrar la calma: disminuir el estrés, la ansiedad y los miedos. Pero sobre todo para encontrar tu esencia, descubrirte y vivir en función a eso, la única forma de sentirnos en plenitud.
Te animo a iniciar tu camino hacia la meditación, no hay nada que perder y mucho que ganar.
Con mucho amor y buenas vibras.