Mucho tiempo viví con la idea equivocada de que mi futuro ya estaba construido, sólo debía esperar que llegue, y que todo lo que quería ser y tener iba a estar ahí. Que iluso.
Cuando desperté, me di cuenta de que tenía muchas capacidades para salir adelante, para construir el futuro que quería; sin embargo, por algún motivo, siempre terminaba rebotando de un proyecto a otro, me aburría rápido y lo peor es que pasaba el tiempo y seguía sin rumbo.
Me la creía porque solucionaba problemas, tenía llegada a la gente, me identificaba con lo que hacía, y no me importaba trabajar en exceso para lograr objetivos, pero había algo que me frenaba, algo que me hacía tener miedo de ciertos retos, que me hacía sentir inseguro.
Creía que era una persona sensible porque fácilmente me conmovía ante determinados hechos en la vida real o en las películas o en propagandas en la televisión, lo cual, en una sociedad machista, puede que sea muestra de debilidad y una diferenciación a la vez; sin embargo, era una creencia equivocada de mí mismo. En un programa para jóvenes de alto potencial, en mi primer trabajo en el sector privado, después de varias pruebas de liderazgo y otros programas de evaluación de capacidades, el coach me dijo que era una persona emotiva, es decir, de picos emocionales ¿entonces no soy sensible? Sí, me dijo, muy sensible a que tus emociones exploten en cualquier momento si no aprendes a controlarlas. Tremenda tarea que me dejó, que por supuesto en el momento no le di la importancia debida y seguí para adelante pensando que ya tendría tiempo para arreglar esos temas. Grave error.
Cinco años después ya estaba convencido que lo primero que debía hacer para construir un futuro estable emocionalmente, era entenderme, conocerme, controlarme, aprender a amar, en resumen, estar bien conmigo mismo y con el universo en general, estar en equilibrio, esa es la base para progresar.
Si yo estoy bien, todo está bien ¿y cómo hago esto sostenible a largo plazo?
Después de recurrir a un psicólogo por el lapso de un año aproximadamente, me dejó bien claro algo muy importante: no sabía quién era, así de simple y claro, pues me hizo llegar al centro de la tormenta, desde dónde debía empezar a generar cambios positivos.
Por su puesto que esto desató una cadena de cuestionamientos respecto a mis creencias y valores, a mis paradigmas mentales y a la forma cómo me sentía día a día, surgiendo desde dentro de mi ser un objetivo claro: paz interior.
Un objetivo muy ambicioso, que sabía que no iba a ser fácil ni rápido, pero era lo que al final me iba a permitir construir una vida única, con sentido propio, mía y de nadie más.
En este punto de quiebre en mi vida, tenía claro dos cosas: un objetivo, paz interior, y una nueva creencia, nunca es tarde para generar cambios positivos en la vida. Así que desde ese momento me rediseñé para no dar nada por sentado, abrir la mente, enfrentar mis miedos, profundizar en mi autoconocimiento y autocontrol, descubrir el amor, propio y de/hacia otros, definiendo claramente los límites de respeto para conmigo mismo y para con los demás.
Fue un proceso que duró años y que fue necesario sostenerlo de alguna forma para que sea un progreso continuo y no flor de un día. Ahí está el reto.
La manera de hacerlo sostenible a largo plazo fue estableciendo el autocoaching como un estilo de vida, que en mi caso lo logré incorporando los siguientes hábitos:
- Cuestiónate, no des por sentado nada, se consciente.
- Asume tu responsabilidad, acepta la realidad y desde ahí genera cambios positivos. No te quejes, pues todo lo que sucede en tu vida tiene un único responsable: tú.
- Genera mecanismos de retroalimentación para ser consciente de cómo están impactando tus actitudes o tu manera de ser en los demás, apuntando siempre a que lo que prime sea el amor: respeto, humildad, empatía y servicio. Este punto es una lucha constante por controlar nuestro ego.

Mi estrategia para romper la inercia del estancamiento en el que estaba, para empezar a ver un poquito de luz en el camino, fue rastrear durante todos mis años de vida, hasta ese momento, algo que me haya hecho sentir en paz conmigo mismo, que me desconectaba de todo lo exterior y me hacía sentir libre, es decir, algo que me conectara con ese niño inocente y único que fui en algún momento, y usar dicha referencia como guía. Sin dudarlo tuve la respuesta en un instante: el surf.
Es así como me aferré al surf como mi herramienta de autocoaching, y estoy plenamente satisfecho con esa decisión, ha sido y sigue siendo un viaje increíble, de constante aprendizaje, mucho amor y agua salada, pues es la manera que encontré de mantenerme enfocado y no perder el rumbo.
Si bien he mencionado que estar en equilibrio es la base para progresar, debemos tener claro que vivimos en un mundo en el que por naturaleza tendemos al desorden, a que ese equilibrio se rompa, es por eso por lo que recomiendo el autocoaching como un descubrimiento básico que todos los seres humanos deben lograr, es como un programa de mejora continua que nos da un enfoque optimista para la vida.
Gracias a mi autocoaching a través del surf he experimentado el vivir en el presente, llegar a ser consciente de ese momento en el que existe el potencial para que todo suceda y disfrutarlo al máximo, un gran cambio positivo.
Con mucho amor y buenas vibras.
Me encanto tu reflexión y sobre todo realizar lo que te apasiona dejando atrás lo paradigmas que nos llevan a seguir una camino distinto al que nos motiva. Muchos éxitos y mucha energía, promo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias por tus palabras Giancarlo 🙏 fuerte abrazo y full buenas vibras promo 🤙
Me gustaMe gusta